En el capítulo que firma, “El árbol y el alma en Platón”, Javier Martínez Villarroya investiga de dónde procede la más célebre idea platónica: a saber, que el alma es un tronco tirado por dos corceles y guiado por un auriga. Para ello, confronta importantes pasajes de la filosofía griega con las imágenes que han conservado las cerámicas y bronces del pasado.